Alain Diabanza nació en la República Democrática del Congo y es cliente de Moneytrans en España. Con motivo del Día Internacional del Migrante lo invitamos a nuestra sede de Málaga para hablarnos de las dificultades por las que pasó al abandonar su país y luchar por mejores oportunidades y condiciones de vida. Para todo nuestro equipo fue una lección de vida y un ejemplo de superación.
Alain empezó contándonos el complicado contexto de su país de origen. Desde finales de los años 90, la Guerra del Coltán ha ocasionado la muerte de más de 8 millones de personas. El coltán es un mineral negro o marrón muy oscuro y es uno de los minerales más escasos y preciados del mundo, ya que se utiliza en microelectrónica, telecomunicaciones y en la industria aeroespacial. Todos nuestros smartphones contienen este mineral.
La guerra por el control de los recursos y sus víctimas
El coltán hace a la República Democrática del Congo uno de los países más ricos del mundo ya que posee el 80% de las reservas mundiales de este «oro negro». Sin embargo, esta riqueza solo beneficia a un porcentaje mínimo de congoleños: 98% de la población sufre de pobreza y la clase media es inexistente; es el país más pobre del mundo de acuerdo con el índice de desarrollo humano (IDH). «No recuerdo haber comido 3 veces en un día», nos comenta Alain.
La explotación del coltán y otros minerales preciados por grupos armadas tiene como consecuencia, que haya una categoría de personas más vulnerables: las mujeres y los niños. UNICEF denunciaba en 2018 que más de 40,000 menores trabajan en las minas del Congo.
Sobrevivir a la pesadilla
Alain no eligió nacer en un país en guerra. Pero a pesar de esa mala suerte, y sobre todo gracias a su determinación y afán de superación, consiguió salir adelante y nos cuenta cómo: “Estudié Filología Francesa; mis estudios fueron subvencionados como recompensa por ser buen estudiante. Empecé entonces a trabajar como profesor en escuelas católicas. Hasta que me di cuenta de que, en mi país, miles de profesores eran brutalmente asesinados. No podía ejercer sin arriesgar mi vida; así me nació la idea de salir del país. Solo quería salvarme.”
Al igual que muchos en esa situación de huida, en su camino atravesó muchos países africanos hasta llegar a Angola. Allí tuvo la posibilidad de impartir clases particulares de francés y en dos años consiguió ahorrar unos 3.000 dólares. Con ese dinero pagó un avión a Senegal y luego a Marruecos. De Casablanca viajó a Rabat y ahí comenzó la parte más dura de su viaje. «Rápidamente se me acabaron mis ahorros y tuve que irme a vivir al monte Gurugú. En la montaña me encontré con una comunidad de más de 800 personas sobreviviendo en condiciones mínimas. A pesar de esas condiciones, el éxito de esa comunidad radicaba en sus normas y su organización. Los recién llegados construían cabañas para los futuros, todos nos ayudábamos entre sí y hacíamos turnos para bajar desde la montaña a buscar alimentos o cualquier cosa que fuésemos necesitando».
Un día le tocó a Alain bajar a recolectar comida. En una de las casas a las que fue encontró a una señora sentada en una mesa con un niño. Esta señora estaba comiendo y solo tenía un trozo de pan en la mano que casi iba a meterse en la boca pero, cuando lo vio entrar, partió el pedazo de pan en dos y le dio uno a Alain.
«Ese día lloré. Por un lado, lloré de pena al darme cuenta de la situación tan extrema a la que había llegado. Por otro lado, lloré de alegría, porque ahí aprendí la importancia de compartir. Esa señora, al dividir ese pan, menguó su tristeza e hizo mayor su dicha al compartirla con otra persona más.» – Alain Diabanza
Ya había intentado saltar la valla de Ceuta, pero con todas las dificultades que suponía, le resultaba una hazaña imposible. En diciembre del 2004, sentado en una hoguera con algunos compañeros del monte Gurugú, decidió que en marzo cruzaría la frontera a nado, junto con 6 chicos más, sin más medios que aceite para untarse por el cuerpo para combatir el frío, cámaras de ruedas que usaron como salvavidas, cuerdas para atarse a ellas y aletas. Alain era consciente de la peligrosidad de dicha travesía y estaba aterrorizado, pero no había otra opción, no podía dar marcha atrás.
Ese día no salió como lo había esperado. A las pocas horas, Alain perdió la conciencia debido al frio del agua. Por suerte, fue rescatado por la Guardia Civil y despertó en un hospital. Solicitó asilo y, tras varios meses en un Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes (CETI), lo trasladaron a Málaga.
Le costó asimilar cosas tan simples como abrir un frigorífico y encontrar un paquete de leche, al igual que le costó volver a su país después de 13 años y ver que su familia sigue en la misma situación y nada ha evolucionado excepto él mismo.
Actualmente, sigue demostrando su valentía para seguir adelante cada día, está establecido en Málaga y ha formado su propia familia: está casado y tiene 3 hijas preciosas. Al hablar de ellas se le ilumina la cara, no hay palabras que puedan describir tal orgullo y satisfacción. Alain ha aprendido dos grandes lecciones en este camino de superación y supervivencia:
«Una es la importancia de compartir, y es por ello que envío dinero a mi familia en la República Democrática del Congo desde que tuve su primer trabajo en España, por poco que ganase. Otra es el valor que ese dinero supone, por muy poco que sea, para las personas que más lo necesitan.» – nos comparte Alain Diabanza
En su visita a nuestra sede de Moneytrans, a Alain le sorprendió gratamente conocer a las personas que conforman el equipo de Moneytrans y apreció ver todo el trabajo que hay detrás de sus envíos de dinero.
«Somos conscientes de que nuestros clientes son personas con grandes historias de superación y sabemos el gran valor que tiene para ellos y sus familias los envíos que realizan. Por eso trabajamos de manera ardua para garantizar que su dinero llegue de forma segura y lo más rápido posible. Pero lo que más nos define en Moneytrans, es nuestra empatía: nuestra cercanía, nuestro conocimiento de las diversas culturas de nuestros clientes, nuestro apoyo en cada momento celebrando con ellos sus fiestas nacionales, sus logros y también sus retos. Y eso explica la confianza que siguen depositan en nosotros y la razón por la cual, como Alain, más de 5 millones de clientes utilizan nuestros servicios.» – Leticia Carbajo, Managing Director de Moneytrans España
Hoy, desde Moneytrans, queremos dar visibilidad y mostrar nuestro apoyo a todos los valientes inmigrantes del mundo, así como lanzar un mensaje de concienciación sobre los beneficios de la inmigración, ya que esta contribuye al aumento de la población activa, lo cual inevitablemente aumenta el PIB, y de la demanda.
También supone una ayuda para corregir el gran déficit demográfico que están sufriendo los países occidentales y para reforzar el sistema de pensiones.Además, los inmigrantes tienden a crear empresas más a menudo que los nativos. De hecho, uno de los secretos del éxito de Silicon Valley es la enorme cantidad de compañías lanzadas por gente nacida fuera de Estados Unidos.
A pesar de ello, la hostilidad hacia los inmigrantes está aumentando en todo el mundo, y desde Moneytrans queremos combatirlo poniendo en valor a personas como Alain, personas luchadoras con aspiraciones a una vida mejor, a una vida digna. Personas que generan beneficios culturales, económicos y sociales para todas las sociedades y que son todo un ejemplo de superación del que podemos aprender. ¡Ojalá estemos rodeados de más personas con tan gran fuerza interior!
Estos son algunos de los principios que seguimos en Moneytrans y algunos de los valores que defendemos y, por eso, ¡te invitamos a que hagas como Alain y nos ayudes a crear una sociedad más tolerante y justa para todas las personas con ganas de avanzar y ser felices!